El atajo que no conduce a ningún lado

Se votó la Ley de Glaciares. Digo, por si no se enteraron. La diferencia entre los miles de centímetros de diario dedicados al tema antes de la votación y los poquitos que recibió después, muestra la utilidad -eso sí, de corto plazo- que tuvo para el conglomerado opositor. Unas pocas horas antes de que se votara en el Senado, un domingo a la noche, tuve insomnio. Fuerte, duradero, molesto. Tanto que me vi la repetición noctámbula de Argentina para armar. Me acordé entonces de la tesis de Artemio, según la cual TN -como vanguardia del discurso opositor- viene buscando un recambio en su retórica, poniendo en el centro a personajes como Tenembaum y Zloto, menos duros y acartonados que Morales Solá o Van Der Kooy y que pueden articular un discurso ideológico más próximo al pinisnosolanismo. Si bien está claro que el programa de María Laura Santillán es sólo lateralmente político, creo que comparte ese mismo universo.

El programa fue así. Minería. Una mesa de especialistas, de jóvenes de ONGs, de vecinos de pueblos de San Juan que le dan carne a la denuncia de contaminación y entrega del patromonio. Y dando el paraguas político, Miguel Bonasso. En ese programa, en ese canal, esa noche, con esa conductora asintiendo fascinada, se escucharon cosas raras: «la riqueza del subsuelo es de todos los argentinos, no sólo de los sanjuaninos y menos de una empresa extranjera«, «es necesario que el Estado regule la actividad«, «las empresas pagan impuesto por simple declaración jurada, nadie sabe que pasa adentro, cuanto sacan, cuanto se llevan«, etc. Esto fue compartido por la heterogénea mesa y muy particularmente por la conductora. Un Bonasso exultante, que empezaba todas las frases con una sonrisa de oreja a oreja diciendo «Fijate María Laura que además…» En fin, una linda fiesta.

Todo lo que se dijo en esa mesa, o por lo menos la mayor parte, debe ser verdad. Y en términos ideológicos, de modelo de país, nada muy distinto a lo que podemos querer nosotros. Regulación, cuidado ambiental, mayores ingresos para el Estado y propiedad nacional del subsuelo. Claro, la operación tuvo un traspié, porque horas después el oficialista Filmus fue el factor imprescindible para que el metejón adolescente de Bonasso con el medio ambiente se convierta en ley.

El punto es: ¿acá terminó todo? ¿Qué era esto? ¿Una rebeldía de Greenpeace fácilmente edulcorable con una ley votada por moros y cristianos? ¿Y la discusión difícil? ¿Y el planteo sobre la propiedad del suelo, sobre las regalías, sobre la posible necesidad de una reforma constitucional para hacer efectivo la recuperación de los recursos naturales?

Si hay algo que me mostró ese insomnio con «Argentina para armar» es que es más fácil declamar una causa que militarla. Bonasso se preguntaba «quiero ver cómo va a votar Filmus…» Bueno, ya vimos. Yo ahora quiero ver hasta dónde llega el zurdaje de Proyecto Sur. Ahora quiero todo. Corran por izquierda, pero en serio. Van a ver que no es tan fácil. ¿Una reforma constitucional?¿Dar por terminado los contratos de los pozos petroleros y de las mineras y de la mar en coche? A ver cuántos programas te hace TN, cuántas ONGs te siguen acompañando, cuantos centímetros te dan los diarios. El gobierno, desde 2003, viene haciendo un silencio ruidoso en la materia, está claro. Es, tal vez, un límite de este proyecto. Pero puede mostrar otras batallas, también difíciles, también estratégicas. Si la plataforma de PS queda cumplida por una ley votada por el oficialismo…bue.

Tal vez no sea condenable que Proyecto Sur y afines se prendan a la vela inflada por los medios opositores. Te dan un espacio, usás ese espacio. El atajo que no conduce a ningún lado es el que confunde una situación circunstancial de apoyo mediático con una autopista. En tanto la existencia pública de tu propuesta se base en ese atajo, no es tu propuesta, sino la de otro. El otro, como diría Cortázar, es el que sueña tu sueño, no vos. Y es, también, el que te va a despertar cuando se le terminen las ganas.