El dilema Carrió

El dilema de Carrió no es de Carrió. En tal caso, su condición de “médium” la lleva a personificar –a veces grotescamente- las limitaciones, tensiones y expectativas de sectores sociales, políticos y empresariales diversos. Carrió expresa el subconsciente de muchos dirigentes, y también de muchos votantes. Sencillamente porque su conducta autodestructiva le permite decir lo que los otros no van a decir jamás, aunque lo piensen: que no da armar otra ensalada agridulce para llegar al gobierno y tener que entregarlo antes del final del mandato. Ese miedo, ese horizonte negro, está en la cabeza de todos. Carrió es la única –aunque seguramente no la última- que actúa en consecuencia. Se pone más el énfasis en sus dificultades para compartir cualquier mesa que no sea un tenedor libre, en su ser ególatra que le impide construir colectivamente. Pero su decisión tiene más que ver con “destruir la casa para salvar el bosque”. O sea, rompo para que no ganemos. Porque si ganamos así, estamos al horno. Un reconocimiento explícito de que el radicalismo -no como partido sino como espacio, como alternancia cultural al peronismo- no puede gobernar la Argentina en 2011. No puede. Eso lo saben todos los correligionarios, la diferencia es que a Cobos o a Morales no les importa nada. No les preocupa la patria. Carrió, con toda su locura a cuestas, tiene –igual que los Kirchner, igual que Macri…- una noción ideológica de la política, “principios”, como dijo en la carta. Ella cree que lo suyos son los únicos válidos y para nosotros, en cambio, hay otros mejores. Pero no importa. Coloca sobre la política un devenir, una direccionalidad, algo difícil de imaginar en el resto de la tribuna opositora. Pero el dilema de Carrió (¿ser o no ser gobierno?) no es de Carrió. Si pudiéramos traducir a kirchnerismo las últimas columnas de La Nación, el puente idiomático sería sin dudas la palabra “proyecto”. -¡No hay “proyecto”!, lloran dominicalmente desde la tribuna de doctrina. El fragor de la lucha pasó durante estos años por debilitar al gobierno, y así amputarle sus posibilidades transformadores.  Ese ejercicio político indispensable pero limitado cegó a muchos y pospuso el momento de la pregunta terrible: ¿y ahora, qué viene?, no quién viene, si qué. Si el repunte oficial hubiera demorado más, si hubiera surgido un liderazgo opositor más claro,  estaríamos discutiendo eso hace rato. Después de la 125 el bote oficial dio un campanazo pero no se hundió, y antes de lo previsto, volvió a pegar otro, quedando de nuevo a flote. El dilema de Carrió está presente también en los intereses empresarios: ¿Quién garantiza más paz social? Pregunta elemental para cualquier patronal en todo tiempo y espacio que, por la guerra de las retenciones, la estatización de las AFJP y la Ley de Medios debió ser pospuesta hasta después del armisticio. Los dueños del país saben, a pesar de lo que dice pinismosolanismo, que este gobierno tiene en su constitución genética tocar intereses, ampliar el margen de acción del Estado frente a…ellos, y generar condiciones sociales y económicas que complican la acumulación capitalista en base a la miseria salarial. En ese sentido seguirán buscando su reemplazo. El cálculo complejo es hasta qué punto no conviene pagar ese costo (renunciar a tener un “clima de negocios” en favor de poder hacer negocios…) y no comprarse una gobernabilidad jaqueada por el conflicto social. La gobernabilidad de 2011-2014 ¿es por izquierda o por derecha? Siempre es difícil separar los deseos del análisis, pero creo que hay buenas razones para pensar que las reformas parciales, modestas y pactadas que el kirchnerismo supo llevar a cabo en estos ocho años, todavía no consolidaron una estructura social estable, con su consecuente meseta política. La propia precariedad de las mejoras sociales, así como la no constitución de un sujeto político kirchnerista son, paradójicamente, las bombas activadas que dejaría el fin del pingüinismo de perder el año próximo. Una gobernabilidad por derecha (tanto del radicalismo, como del peronismo macrista o el macrismo peronismo) se va a encontrar a la primera de cambio que no tiene con quien “arreglar”. La Túpac toma la intendencia de Jujuy, o corta una ruta. ¿Con quién negocia? Camioneros pide un 40% de aumento, ¿con quién negocia en un contexto probable de moyanismo en declive pero con un volumen sindical engordado por estos años? La lista podría desgranarse casi hasta el infinito. Este gobierno, en cambio, tiene a su favor dos cosas que la oposición está lejos de tener: puentes múltiples y diversos con esa parte de la sociedad “en lucha” y voluntad de arreglar en favor de los sectores que reclaman. Eso fue gobernar desde el 2003. En cambio, la oposición cree todavía que la política y la economía son variables separadas, tal cual aparecen en las secciones de los diarios. Confunden, digamos, una diferencia expositiva con una diferencia real. Pero gobernar a la economía argentina sigue siendo una tarea política. No hay piloto automático que deje tiempo libre para ocuparse de las instituciones, como sueña la oposición. La carta de Carrió apunta a ese nudo, es como una invitación para ir al psicólogo: ¿Oposición: querés conocerte, hacerte preguntas incómodas sobre lo que te molesta de vos misma? ¿o mejor seguimos haciéndonos los boludos?

12 comentarios

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12 Respuestas a “El dilema Carrió

  1. Julio

    Muy buen post

  2. Quizas sea Carrió quien mejor defiende la idea de atacar a los Kichner para consolidar la oposición, como si ella entendiera la profundidad que significa para la opinión pública una evidente delimitación entre un nosotros y un ellos, desvergonzados K.
    Lo que para mi es su peor cara. Su manera más agresiva de comprender al votante como un ente que debe ser tratado como un iliota y no sólo como un idiota.
    Pensar que renuncia por algún buen motivo, aunque sea por su caractar autodestructivo, se me hace muy dificil, es que hace años la voté y despues me sentí estafado. La señora mesiánica puede lograr que uno se ofenda.

  3. chachot

    Un enfoque para ser tenido en cuenta, Carrio es uno de esos casos en que la realidad supera a la ficcion.

  4. Recién la escuché por radio a Patricia Bullrich. Con todo lo que discrepo con ella, tiene una lógica.
    1) Hay que oponerse a todo.
    2) «Tenemos que ir en contra de la profecía autocumplida de que vamos a ser un gobierno débil y que no podremos gobernar. Tenemos que ser un gobierno con poder pero con poder republicano».
    Tiene lógica. No comparto, pero tiene lógica.
    Saludos

  5. marta

    Comparto el juicio sobre la claridad y agudeza del post. Muchas gracias por contribuir a «ilustrar» el ojo sobre la realidad argentina.
    marta

  6. Muy buen post. Aunque no comparto del todo que haya una lógica «de gobierno» en Carrió.
    Creo que el honestismo la condena irremediablemente a la oposición y la aleja de la gestión de gobierno, que implica fijar objetivos y sobre todo establecer articulaciones políticas y no morales. Y esa condena no parece atormentar a la CC.

  7. fedevazquez

    Pasa que el alejamiento de Carrió es, a la vez, un reconocimiento de que UCR mas panes (CC, PS, GEN) no pueden garantizar gobierno, y la negación para responderse cabalmente el por qué de eso. Me hace acordar lo que Marx dice de David Ricardo: «Y, si, fue un avance en relación a Adam Smith, advirtió que es en el proceso de trabajo dónde se genera la riqueza, pero no puede descubrir la teoría del valor, porque eso sería ir contra su ideología burguesa». O sea, Carrió advierte la situación, pero sus anteojeras le impiden encontrar una salida, que implicaría relativizar su estrategia anti «régimen» e incorporar otras variables sociales, políticas y corporativas, algo siempre difícil para un radical. Incluso, podría dar un paso más en la misma dirección si se llegara a concretar su alianza con alguna fracción peronista. Lo dudo, porque en el fondo se va a encontrar con el mismo escollo que le impidió ser kirchnerista y la colocó siempre en la oposición frontal: no quiere renunciar a su límite ideológico más preciado que es el fetichismo de las instituciones, siguiendo con la reminiscencia marxista. Yo diría que su lucidez le alcanza para advertir el precipicio (de hecho, ya lo había visto con la Alianza antes del derrumbe, cuando ya era una opositora por izquierda) pero no para pegar el volantazo y cambiar de dirección.

  8. MINAVERRY

    «La carta de Carrió apunta a ese nudo, es como una invitación para ir al psicólogo: ¿Oposición: querés conocerte, hacerte preguntas incómodas sobre lo que te molesta de vos misma? ¿o mejor seguimos haciéndonos los boludos?»

    Gran análisis. Es la primera vez que leo tu blog, a partir de ahora lo pongo entre mis favoritos.

  9. Juan Carlos Perez

    Que los radicales entregaran el poder antes de concluir el mandato no sería novedoso ya que el último presidente radical que entregó el poder en tiempo y forma fue Alvear. ;-D

  10. El fetichismo de las instituciones es sin duda la gran patología radical. Ha impedido que la UCR comprenda que el drama argentino pasa por la barbarie de sus civilizados y no por sus bárbaros y les ha hecho creer que la solución al enigma pasa por combatir la anomia, en lugar de modificar la matriz injusta de la ley.
    Carrió comparte esa patología, potenciada por su alergia a la gestión y su atracción hacia lo ético-testimonial.

  11. será entonces que la UCR y aliados próximos está mutando en PO y similares, que juegan a ser eterna oposición?

    Habla de una decadencia importante, sobre todo que lo reconozcan. Hasta los concejales de mi pueblo lo ven así

  12. Excelente Vazquez, que afilado que estás. Y tu comentario de las 17.03 es un post. Fetichismo de las Instituciones es buenísimo!

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